Iniciar una vida creativa requiere asumir un desafío, dejar de reaccionar, actúa y atrévete a iniciar una vida creativa.
La persona creativa es audaz y desafiante. Cuando la vida le golpea, no reacciona dejándose caer, sino que actúa de manera innovadora sacando partido a las dificultades, intuyendo oportunidades, escuchando a su intuición y dando respuestas originales. Cómo dejar de reaccionar e iniciar una vida creativa.
Iniciar
una vida creativa requiere asumir un desafío. Supone por encima de todo, atrevernos a romper viejos patrones y costumbres que nos hacen avanzar en círculos. Creatividad es sinónimo de autoinvención y atrevimiento, dos palabras que bien conjugadas nos ayudan a tener una realidad más libre, acorde a nuestro potencial.
A menudo, cuando abordamos
el tema de la innovación y la importancia de hacer uso de una mente creativa, damos por sentado que esta competencia requiere solo de ser capaces de producir ideas nuevas y diferentes. Ahora bien, asumir esto último es quedarnos cortos. La
creatividad va más allá del
universo cognitivo, porque lo que requiere de nosotros es
acción.
Esta fue la conclusión a la que se llegó en la última conferencia mundial sobre el tema celebrada en el Marconi Institute for Creativity en Bologna, Italia.
Una idea no sirve de nada si no se plasma. Un proyecto no se lleva a cabo si no aunamos compromiso, responsabilidad y atrevimiento.Un ejemplo, Sherlock Holmes nunca habría existido si Conan Doyle no hubiera trabajado minuciosamente en su escritura, relegando incluso su consulta como médico. Beethoven, por su parte, compuso la Novena Sinfonía cuando apenas oía. Podríamos dar mil nombres más para terminar entendiendo que ser creativo es algo más que ser imaginativo. Requiere tenacidad, osadía e incluso sacrificio.
No pienses, decía
Ray Bradbury, pensar es enemigo de la creatividad, simplemente, atrévete a hacer. Esta frase encierra valiosos trazos de sabiduría que bien merecen tenerse en cuenta. Muchos de nosotros nos hemos acostumbrado a reaccionar ante la vida; pasan determinados eventos y nos limitamos a actuar ante ellos como hojas de viento que son llevadas aquí y allá.
Se nos olvida que entre el estímulo y la respuesta hay un espacio de tiempo altamente importante donde se encuentra nuestra capacidad para ser libres. Nuestra
oportunidad para actuar de manera diferente, libre e innovadora.
En nuestra mente abunda el peso de los debería y el tengo que. Son dos enemigos voraces que nos someten a una vida pautada por las obligaciones, el estrés y la ansiedad por no cumplir nunca esos mandatos internos (Foto: Dibulgación)