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Martes 31 de Diciembre del 2014
El Papa Francisco despidió el 2013 con un Te Deum en la Basílica San Pedro y una reflexión acerca como vivimos
En una siempre imponente Basílica de San Pedro repleta de fieles, el papa argentino, que dejó un recuerdo imborrable en su país por sus mensajes en los Te Deum del 25 de Mayo, presidió la primera ceremonia de este tipo (de agradecimiento) de su pontificado.
El Papa Francisco despidió el 2013 con un Te Deum en la Basílica San Pedro y una reflexión acerca como vivimos
Foto: Reuters.
Fuente: Reuters.

“Cuando el apóstol Juan dice ha llegado la última hora se refiere a la calidad del tiempo y no a la cantidad”, explicó el Papa Francisco. Significa que con la llegada de Dios a la Historia estamos ya en los tiempos finales y no habrá otra revelación, explicó. Por eso, “cada una de nuestras acciones está cargada de eternidad”, dijo Francisco.

Dedicó el comienzo de la homilía a definir la visión bíblica y cristiana del tiempo y de la historia, que, dijo, “no es cíclica, sino lineal, es un camino que va hacia el cumplimiento. Un año transcurrido no nos lleva por lo tanto a una realidad que termina sino a una que se cumple, es un paso más hacia la meta que está ante nosotros, una meta de esperanza y de felicidad, porque encontraremos a Dios, razón de nuestra esperanza y fuente de nuestra alegría”.

Fue entonces que exhortó a los presentes a preguntarse con coraje cómo vivieron este tiempo que Dios les ha regalado: “¿Lo hemos usado sobre todo para nosotros mismos, para nuestros intereses, o hemos sabido gastarlo también para el servicio de los demás? ¿Cuánto tiempo hemos reservado para estar con Dios, en la oración, en el silencio, en la adoración?”.

El Papa Francisco, que pronunció esta homilía como Obispo de Roma, dijo: “Pensemos, como ciudadanos de Roma, ¿qué sucedió este año? ¿Qué está ocurriendo y qué cosa ocurrirá? ¿Cómo es la calidad de la vida en esta ciudad? ¡Depende de nosotros! ¿Hemos contribuido, este año, con nuestro grano de arena, a hacerla vivible, ordenada, acogedora?”.

Luego señaló el contraste que se produce entre una capital italiana que tiene “una belleza única, un patrimonio espiritual y cultural extraordinario”, pero en la cual también “hay muchas personas marcadas por miserias materiales y morales, pobres, infelices, sufrientes, que interpelan la conciencia no sólo de los responsables públicos, sino de todos los ciudadanos”.


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