Si la elección de Jorge Bergoglio se parece a las de sus antecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI, es haber marcado la ruptura con Italia. En el caso del argentino, lo hace rompiendo la hegemonía de papas europeos.
Poco después de las 19 horas de Roma (15 de Paraguay) la tensión que reinaba en la Plaza de San Pedro ante la muchedumbre que se reunió en el sitio para arropar al próximo papa, estalló de júbilo cuando se vio que un humo blanco se desprendía desde la chimenea de la capilla de Miguel Ángel.
El humo blanco anunciaba al mundo que los príncipes de la Iglesia había llegado a un acuerdo y que ya habían elegido a 265 sucesor del apóstol Pedro, primer papa del cristianismo.