Tarea difícil es encontrar informes exactos relativos a la fundación de los pueblos del interior. Horqueta es uno de ellos. Motivos religiosos dieron lugar a la afluencia de numerosas familias, que venían de diversos puntos atraídas por los milagros de una Virgen, según se lee en una recopilación histórica hecha por el distinguido poeta y periodista Carlos Grosso Sosa, que la transcribimos a continuación.
En cada localidad cada santo tiene su leyenda de aparición. Así la Virgen del pueblo de Horqueta, según los lugareños, tiene una bastante sugestiva.
Dicen
que en la localidad no había ningún santuario de la Virgen del Rosario y que de
una familia creyente en la fe católica se habían enfermado casi todos sus
miembros con cierta gravedad y que entonces el jefe de la familia dirigió los
deseos de su corazón hacia la Virgen, cuya imagen se veneraba en aquella época
en el lugar llamado “Rosario Loma”, departamento de San Pedro, en el sentido de
que si libraba a su casa de la maligna peste, traería a Horqueta su imagen para
rendirle los honores que en su nombre había prometido cumplir.
Para el efecto se trasladó a San Pedro y con el consentimiento de las dueñas, dos matronas del último lugar citado, consiguió traerla y rendirle grandes fiestas con la concurrencia de casi todo el pueblo y los alrededores. Terminaron las fiestas; pero por uno u otro motivo, el “promesero” no podía volver a llevar a la Virgen a Rosario Loma. Procuró repetidas veces, y parece que Dios no quiso irse más de Horqueta, y que era por eso que se presentaban los obstáculos menos esperados para su vuelta.
Transcurrió así mucho tiempo y entonces las mismas
señoras dueñas de la imagen, no creyendo en los motivos que se pretextaban y
así en alguna treta, hicieron viaje expreso con el propósito de llevarla
personalmente a su venerada Virgen. Pero hete aquí que llueve a cántaros, los
arroyos se desbordan, los campos se llenan de agua y los pasos no permiten el
tránsito. Las interesadas esperan semanas y meses enteros para ver si se
componía el tiempo, pero en ninguna forma. Después de intentar repetidas veces
el regreso, se convencieron que la Virgen no quería volver y entonces
resolvieron dejarla como patrona del pueblo en la iglesia actual. Esto sucedía
antes de la guerra del 70.