Juan Pablo II conservó sus apuntes personales desde 1962; por más de 40 años, sus anotaciones, reflexiones, ideas y pensamientos se conservaron en cuadernos privados. Cuando falleció a los 84 años, en su testamento expresó la voluntad de que sus notas fueran quemadas por su secretario personal, el cardenal Estanislao Dziwisz.

Pero el actual cardenal de Cracovia, Polonia, tomó la decisión de desobedecer una de las últimas voluntades del Santo Padre. Conservó las notas manuscritas y decidió editar un libro con las anotaciones privadas.

Dziwisz justificó la decisión de no destruirlas diciendo que no tenía el coraje para hacerlo y consideró que publicar un libro con esas reflexiones permitirá conocer en profundidad el pensamiento y la obra de Juan Pablo II.

El público está dividido. Según reflejan medios polacos, muchos creen incorrecto ir en contra de la voluntad y autoridad del Papa. Los polacos creen que el cardenal Dziwisz traicionó a Juan Pablo II al no cumplir el pedido de su testamento.

El reconocido comentarista católico de ese país reverendo Adam Boniecki publicó, en un semanario, que se encontraba sorprendido de manera desagradable por la decisión de publicar notas privadas.

El libro, que en español podría traducirse como Todo en las manos de Dios. Notas personales 1964-2003, se publicó en Polonia y la editorial pretende traducirlo al inglés y al italiano.

El cardenal Dziwisz explicó las razones de su decisión y, entre otros argumentos, recordó que cuando se quemaron las cartas de Pio XII, los historiadores se encontraron con un problema para entender muchos de los mensajes de aquel pontífice.

No todas son críticas, ya que muchos ciudadanos apoyan la decisión de publicar estas notas privadas, porque permiten conocer más y descubrir la grandeza del pontífice que marcó un liderazgo más cercano con los católicos.

El contenido del libro no parece dirigido a una amplia audiencia; las primeras críticas destacan que hay muchos mensajes profundos que parecen dirigidos a religiosos y sacerdotes. Sobre las notas que más se apreciarían en el mundo occidental, vinculadas a sus reflexiones sobre la caída del comunismo, no hay una palabra; el cardenal Dziwisz decidió no publicarlas.