Un artículo del diario español El País señala que la disminución de núcleos familiares adquiere la condición de anomalía en la serie del Instituto Nacional de Estadística: el número no deja de crecer desde al menos el primer trimestre de 2005 y sólo sufrió su primer pausa al final de la primera recesión de esta crisis, entre el último trimestre de 2009 y el primero de 2010.
“Todos conocemos a gente que ha vuelto a casa de sus padre porque ha perdido el trabajo y no puede mantenerse, pero también pesan todos esos hogares que no se han creado por los jóvenes que, por ejemplo, no tienen capacidad para emanciparse”, explicó Ángel Laborda, director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
Casi el 26%
de la población activa española no tiene forma de ganarse la vida y eso ha
llevado a muchas familias o individuos con problemas para pagar su alquiler o
su hipoteca a agruparse. El 53% de los menores de 25 años que buscan trabajo no
lo encuentran y entre los 25 y los 29 esta tasa de desempleo se sitúa en el
33%.
El número de hogares en los que la persona de
referencia es una jubilada no ha dejado de crecer desde que comenzó la crisis y
se ha duplicado la tendencia de muchas personas a volver a casa de los padres.
Los jubilados, en definitiva, se han convertido en una de las últimas redes de
seguridad de los casi seis millones de desocupados que hay en España.