La tolerancia a los medicamentos se define como la disminución de la sensibilidad a un fármaco tras haberlo administrado de forma continuada. Es decir, consiste en que con una misma dosis, el fármaco produce cada vez menos efectos. La tolerancia se desarrolla por dos fenómenos. El primero es que se acelera el metabolismo del fármaco. El segundo es que disminuye tanto la fuerza de la unión como el número de uniones del fármaco a su respectivo receptor. Cada medicamento necesita unirse a uno concreto en las células para poder ejercer su efecto.

La dependencia a los medicamentos es un fenómeno diferente a la tolerancia y a la adicción. En algunos casos, todos van de manera conjunta. Es frecuente que se necesiten tomar dosis cada vez más altas en un intento por conseguir el efecto que se desea. El problema es que la dependencia a los medicamentos acaba con las fallas de funcionamiento del organismo cuando la sustancia no está presente. Por eso, cuando se reduce la dosis de forma repentina o se detiene el consumo es frecuente que aparezca abstinencia.

La adicción se define como la necesidad imperiosa de consumir una sustancia, a pesar del daño que produce. Por ejemplo, sin tener en cuenta la repercusión a nivel físico, laboral o social. Hace que toda la vida de quien sufre este trastorno gire en relación a dicho medicamento o sustancia.

A menudo tendemos a desestimar el efecto que pueden tener los medicamentos en el organismo. Sin embargo, es fundamental recordar que la tolerancia, la dependencia y la adicción son fenómenos cada vez más frecuentes. Por ello, es esencial que tanto los pacientes como los profesionales de la salud sean conscientes de este hecho. Ante cualquier tratamiento, lo ideal es realizar un seguimiento y valorar el riesgo de que estos fenómenos sucedan.