el nordestino
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Jueves 13 de Agosto del 2020
¿Qué pensamos cuando leemos o escuchamos la palabra éxito? Sabemos que hay un camino por recorrer para alcanzar
La búsqueda constante y casi obsesiva del éxito puede causar adicción. Una obsesión por el éxito o ser exitoso por sí mismo no representa problema alguno. El problema llega cuando esa adicción comienza a ser conflictiva al momento de relacionarnos con las demás personas, tareas complejas que no cualquiera puede hacer tiene un precio.
¿Qué pensamos cuando leemos o escuchamos la palabra éxito? Sabemos que hay un camino por recorrer para alcanzar
Tener proyectos que representen una gran parte de nuestras vidas también es importante, hacia allá se dirigen nuestros deseos y nuestras expectativas. Alcanzar una meta y cumplir nuestros objetivos es lo que nos mueve y nos hace vivir. (Foto: Divulgación).
Fuente: pijamasurf.com
Tal vez habría que prestar más atención a la relación que tenemos con eso que llamamos éxito. Muchas personas eligen el éxito y su camino, no importa qué tan solitario y tortuoso sea, frente a lo "banal" que puede resultar una vida sin complicaciones.

Es muy común que entre ciertos grupos de amigos varios de ellos expresen que prefieren ser especiales a ser felices, o que prefieren lograr algo grande e importante a tener una vida tranquila y sin mayores exaltaciones.

Este sentirse especial, lograr tareas complejas que "no cualquiera" puede hacer, tiene un precio. Sobre todo para aquellos que no nacieron en familias privilegiadas, o no son personalidades del cine o la televisión (por nombrar algunos ejemplos).

En la década de 1980, el médico Robert Goldman realizó una pequeña investigación en la que preguntó a varios atletas si estaban dispuestos a tomar una droga que los mataría en cinco años a cambio de ser campeones olímpicos en sus respectivas disciplinas deportivas. Por las respuestas obtenidas, Goldman encontró que el 14% de los atletas encuestados estaban dispuestos a sufrir consecuencias cardiovasculares fatales a cambio de una medalla de oro olímpica. A esto se le conoce como "el dilema de Goldman".

Esto es sólo un ejemplo de lo que algunas personas estarían dispuestas a hacer para ser "únicas", "especiales", o para trascender en sus campos de interés. Pero así como un atleta de alto rendimiento está expuesto a riesgos propios de sus actividades, sobre todo a las lesiones, cualquier proyecto que emprendamos lleva implícitos sus riesgos y sacrificios.

Las personas que tienen una adicción al éxito que deciden construir otro tipo de relación con sus proyectos, una menos dañina con ellos mismos y sus relaciones personales, desarrollan una especie de abstinencia, como alguien adicto al alcohol o algún tipo de droga. Esta sensación de abstinencia también ocurre cuando se invierte demasiada energía y se vuelcan grandes expectativas sobre un mismo proyecto. Muchos atletas consiguen aquella medalla tan esperada, y una vez que la consiguen atraviesan un periodo de tristeza en el que el sentimiento de vacío suele ser muy grande y pesado. Lo mismo ocurre con políticos al terminar su periodo de gestión.

Es normal que una vez que alcanzamos lo que queremos, sintamos que algo nos hace falta. Sin embargo, es importante recordar que aunque tengamos objetivos o metas, es probable que no los logremos o alcancemos en el momento o de la manera en que lo teníamos planeado. (Foto: Divulgación).
Es normal que una vez que alcanzamos lo que queremos, sintamos que algo nos hace falta. Sin embargo, es importante recordar que aunque tengamos objetivos o metas, es probable que no los logremos o alcancemos en el momento o de la manera en que lo teníamos planeado. (Foto: Divulgación).

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