Las ganas de mantener la cercanía con nuestros estudiantes eran claras. Sin embargo, la pregunta debía ser respondida y había acciones que debían ser tomadas para que la confianza del estudiantado en su alma mater permaneciera. Hoy sabemos que el intento de responder a esa pregunta sólo aumentaría la lista de preguntas surgidas de esta: ¿Cómo hacerlo? ¿Qué pasos realizar? ¿Cómo responder a una realidad académica sin perder de vista el aspecto humano de la formación de los futuros médicos? Esto conllevó a un despliegue de todo un arsenal de trabajo en equipo sin precedentes en la no muy larga historia de la institución.

Nunca imaginamos que la conocida experiencia metodológica de la lluvia de ideas (brainstorming) sería tan útil, pues permitió garantizar un proceso de participación de gran parte de la comunidad universitaria en la toma de decisiones. Nunca se había requerido de un esfuerzo tal de cada miembro de la universidad, académico o administrativo, al punto del heroísmo. Fueron horas y horas de trabajo y planificación conjunta, en equipo, en la búsqueda del medio para poder responder a la sed de conocimiento del cuerpo estudiantil de la Universidad Sudamericana, garantizando la calidad en la gestión educativa.

Una vez que la posibilidad para la virtualidad se instaló, se desarrollaron actividades relacionadas a la capacitación del personal académico/administrativo, a los docentes y a los estudiantes mismos, a modo que esa posibilidad se convirtiera en una verdadera capacidad instalada para que la garantía de la continuidad del aprendizaje permaneciera siempre vigente. Cabe resaltar aquí que todo este trabajo realizado se desarrolló en la línea de las directrices emanadas de la autoridad competente en la materia (Consejo Nacional de Educación Superior - CONES), a quién constantemente se elevan informes de seguimiento del trabajo realizado. Todo esto en un tiempo récord para una institución que antes había tenido escasa experiencia en el ámbito de la educación a distancia y que hoy no tiene nada que envidiar de importantes universidades referentes en la región y en el mundo.

Claro está que todo esto implica un importante desafío presente y futuro en la forma de abordar la educación médica de pregrado, con todas sus particularidades. Al horizonte de ese desafío debemos llegar juntos: directivos, docentes, estudiantes, personal académico y administrativo; como verdadera comunidad universitaria, buscando ser también referentes en la región y en el mundo.