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Lunes 21 de Marzo del 2016
Tañarandy, veinticuatro años de la más multitudinaria y espectacular Semana Santa artística del Paraguay
La asistencia a un velorio, en una humilde vivienda de la compañía Tañarandy, cercana a la ciudad de San Ignacio, Misiones, le dio la idea al pintor y escultor Delfín Roque Ruíz Pérez, más conocido por su nombre artístico Koki Ruíz, para ensayar un experimento cultural colectivo con la gente del lugar.
Tañarandy, veinticuatro años de la más multitudinaria y espectacular Semana Santa artística del Paraguay
La multitud avanza lentamente, candiles de colores en las manos, flotando en el quejumbroso canto de los estacioneros, noche adentro, país adentro, al encuentro de las raíces de una identidad más antigua que la memoria. (Foto: Divulgación).
Fuente: elnordestino.com (edición impresa).
Era otoño de 1992, a pocos días de la celebración de la Semana Santa. Tras varios años de ausencia, ya residiendo en Asunción, Koki había regresado a La Barraca, la antigua granja rural de su familia en Tañarandy, para realizar un portal con una serie de esculturas en la entrada a la ciudad de San Ignacio, a pedido de la Municipalidad local. Desde entonces, Tañarandy se convirtió en la más multitudinaria y espectacular celebración anual del Viernes Santo en Paraguay.

Fue entonces cuando empezó a recorrer de nuevo las calles de la bucólica aldea campesina de Tañarandy, que tanto había conocido siendo niño, y le conmovió ver que el mismo paisaje de su infancia se había quedado detenido en el tiempo, con sus calles de tierra, sus ranchos humildes, su horizonte verde.

La inspiración a partir de una situación triste

El fallecimiento de un conocido vecino lo llevó a ir a dar su pésame a la familia, y allí encontró la inspiración para su búsqueda artística.

Fue al ver a esas mujeres vestidas de negro y a los hombres de blanco, que se le ocurrió componer una obra en torno a la celebración de la Semana Santa.

Rescatando las antorchas y los candiles de apepu

Koki Ruíz recordó que los habitantes de Tañarandy mantenían prácticas rituales que en su niñez siempre le parecieron mágicas, con antorchas encendidas y luminarias hechas con cascaras de apepu y grasa animal, con procesiones y el canto de los estacioneros. Cuando se enteró que esas prácticas se habían ido perdiendo, pensó en preparar una celebración pequeña que permitiera rescatarlas.

La primera procesión, aquella Semana Santa de 1992, fue apenas un ensayo pequeño en el patio de La Barraca. La granja de la familia Ruíz Pérez está ubicada en medio de un huerto de denso follaje, en un entorno agreste. A la entrada hay una gran zanja y una elevación causada por la remoción de tierra para construir el terraplén del camino, un anfiteatro natural que Koki utilizó para ambientar una réplica del Monte del Calvario.

La continuidad de un fenómeno cultural

Aquella primera experiencia, muy reducida, dejó sembrada la semilla. Lo que había sucedido en aquella primera Semana Santa de 1992 ya estaba corriendo de boca en boca entre la gente del pueblo. Y todos pedían lo mismo: Que se repita al año siguiente.

En la Semana Santa de 1993, la segunda procesión con luminarias y antorchas se realizó nuevamente en el patio de La Barraca, pero esta vez el camino recorrido como la cantidad de personas que participaron fue mucho mayor.

Varios habitantes de Tañarandy se habían acercado a Koki semanas antes, diciéndole que querían participar en la organización, aportando ideas nuevas y agregando elementos de la tradición que en principio no estaban contemplados.

El compromiso entre el pintor y los habitantes había quedado pactado: la siguiente procesión de Semana Santa debía hacerse a lo largo de la calle principal del pueblo, para que todos los habitantes y visitantes invitados pudieran participar.

En abril de 1994, la tercera procesión se inició en La Barraca y llegó hasta el primer cruce de Tañarandy, recorriendo aproximadamente setecientos metros entre unas mil luminarias de apepu y una hilera de antorchas de takuara iluminando el camino.

La organización fue creciendo. Se formaron grupos para confeccionar las luminarias, los candiles y las antorchas. Otros se encargaban de reparar los caminos, de armar los escenarios, de pintar y engalanar los frentes de las casas por donde iba a pasar la procesión. Tañarandy se había apropiado de la propuesta.

Yvaga Rape: Caminar en medio de estrellas

Cuando el Sol empieza a caer detrás del verde horizonte, se encienden las fogatas y se inicia el momento mágico.

Más de quince mil luminarias, hechas con cáscara de apepu bordean los tres kilómetros del sendero de tierra de la calle principal, convirtiendo al Yvaga rape (camino al Cielo) en una especie de alfombra llameante, sobre la cual transitan las personas con la sensación de andar en medio de estrellas.

Acompañando a la procesión de la Virgen de los Dolores, la multitud avanza lentamente, candiles de colores en las manos, flotando en el quejumbroso canto de los estacioneros, noche adentro, país adentro, al encuentro de las raíces de una identidad más antigua que la memoria.

Así es la celebración del Viernes Santo en el pequeño poblado campesino de Tañarandy, en las afueras de la ciudad de San Ignacio Guasu, Misiones, a unos 226 kilómetros de Asunción. Convoca a una muchedumbre, que desborda los espacios geográficos de Tañarandy, buscando apropiarse de sus secretos, de sus encantos y sus misterios.

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