En una declaración ante Mar Dinkha IV, patriarca de la Iglesia Asiria de Oriente, el Santo Padre denunció "la persecución cotidiana" que sufren iraquíes y sirios.

"Cuando pensamos en su sufrimiento, hay que ir espontáneamente más allá de las distinciones de ritos y de confesiones. Es el cuerpo de Cristo el que, todavía hoy, es humillado, golpeado, herido. No hay razones religiosas, políticas o económicas que justifiquen lo que le está ocurriendo actualmente a cientos de miles de hombres, mujeres y niños inocentes", declaró el obispo de Roma.

La Iglesia Asiria es una de las más antiguas de Oriente, y está presente tanto en Irak como en Siria. Mar Dinkha IV es oriundo de Erbil, una importante ciudad del Kurdistán iraquí.

Frente a la Asamblea General de la ONU, la semana pasada, el número dos del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, afirmó que es "lícito y urgente" parar a los yihadistas en Irak. Y añadió que toda intervención debe hacerse bajo el amparo del Consejo de Seguridad, y con el visto bueno del Estado en cuestión.

En 2013, la Santa Sede se opuso a una intervención extranjera contra el régimen sirio de Bashar Al Assad, acusado en ese momento de emplear armas químicas contra la población civil cerca de Damasco.

Sin embargo, en el caso del ISIS ha adoptado una actitud más favorable a una intervención armada. Esto a pesar de que varios obispos de Medio Oriente critican lo que consideran como una respuesta muy tibia del Vaticano a la amenaza yihadista.

El mes pasado, el arzobispo caldeo de Alepo, Antoine Audo, manifestó su decepción por la reacción del Vaticano.

Según él, Francisco es "una autoridad moral incluso para el mundo musulmán. Francamente, con todo lo que ha pasado en Irak, en Mosul (ciudad bajo control yihadista) estamos un poco desanimados y no vemos muchos resultados ni eficacia en todas estas declaraciones".